Una de las plantas que no pueden faltar en las terrazas y jardines en verano es la madreselva. Sus delicadas flores, en tonalidades rosas y blancas, llenan las noche veraniegas de perfume.

La planta de la madreselva crece bien en zonas con semisombra o donde no da la luz directa. Como buena trepadora que es, iluminará pérgolas, muros y verjas. Pero hay que evitar las macetas porque tienen una raíz muy vigorosa. Además, es una planta muy resistente que aguanta bien las heladas.

Originaria del sur de Europa, la madreselva goza de un halo místico que la relaciona con la fidelidad y el amor eterno. Existe un proberbio francés donde se dice que esta planta se adhiere a los árboles como si fuese una mujer que abraza al hombre que ama. Y es en este país, Francia, donde se dió vuelo a la leyenda celta de un amor prohibido entre Tristán e Isolda y de su amor infinito como “como la madreselva y el avellano” que les llevo a la muerte antes que separarse.

“Así como se entrelaza la madreselva anudándose en infinitas vueltas; así se entrelazan los corazones, inundados de un verdadero amor”.

Queda hoy en el lenguaje de las flores esa referencia de la flor de madreselva a los lazos de amor y amistad. Si quieres enviar un mensaje sutil y delicado de amistad y afecto, nada mejor que un arreglo de madreselvas. También es una buena flor para que figure en tu ramo de novia. Llevará un mensaje oculto de fidelidad en el amor, ternura en el hogar y el augurio de una unión feliz.

Si no vas de flores, también te puedes rodear de madreselvas. Su color rosado es muy particular y tiene un nombre técnico: PANTONE Madreselva 18-2120. Dicen los entendidos que este estimulante color anima el espíritu y transmite seguridad para afrontar los constantes retos de la vida.

Una ayudita para estos tiempos que corren ¿O no?

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