Hablar de orquídeas es hablar de una extensísima familia de flores y plantas que se extiende a lo largo y ancho del planeta, desde las regiones polares hasta el ecuador, aunque son mucho más abundantes en los trópicos. La diversidad de sus flores y tamaños es increíble. Entre los 25.000 miembros de está familia se pueden admirar las flores más bellas del planeta.
Críar orquídeas no es tarea fácil ya que difícilmente se dan fuera de su hábitat. Por eso se crearon los híbridos que, desde finales del siglo XIX dan a estancias y rincones un toque exótico y elegante.
La palabra orquídea tiene un origen singular y, al parecer menos poético y sublime que sus flores. Proviene del griego orchis, que significa testículo. El vocablo se encontró por primera en las obra del filósofo griego Teofrasto hacia el 375 AC y hace referencia a la forma del tubérculo doble que tienen las raíces de estas plantas. A lo mejor por ésto los griegos las utilizaban como afrodisiacos. Por su parte los chinos conocían y cultivaban estas plantas desde hace 1500 años. Tampoco eran ajenas sus propiedades a las culturas precolombinas de América Latina. Los aztecas utilizaban una de sus variedades, la vainilla, para aromatizar una bebida espesa hecha a base de cacao y que se destinaba a los nobles y a los guerreros conocida como xocoatl. ¿Os suena?.
Las orquídeas llegan a Europa de la mano de un botánico inglés, Charles Wager que hacia 1731 las trajo del Nuevo Mundo y las plantó en el Jardín botánico de Chelsea. Las flores desataron un interés sin igual en las clases acomodadas de la época que se pusieron a construir orquidearios como una obligación acorde con su estatus.
Para satisfacer el consumo de orquídeas raras y exóticas, durante muchos años los recolectores profesionales, en su mayoría de Francia e Inglaterra, se dedicaron a saquear sin misericordia los bosques americanos, poniendo a muchas especies en peligro de extinción. A principios del siglo XX, no obstante, la era de la denominada «orquideomanía» llegaba a su fin. El costo para calentar los invernaderos en los que se debían cultivar estas plantas era extremadamente alto y la carestía energética —agudizada por la primera guerra mundial— dificultó el mantenimiento de los orquidarios privados. Con la depresión de 1929, el cultivo de orquídeas a gran escala definitivamente pasó a manos de empresarios comerciales.
Regalando una orquídea, se trasmite un mensaje de belleza (hay quien dice que también de lujuria) hacia quien se ofrece, poniendo en evidencia la alta consideración y estima que ésa persona despierta, dado el elevado precio que estas flores tradicionalmente han tenido.
Hoy en día, afortunadamente, son más asequibles y se pueden regalar orquideas en múltiples ocasiones y siempre te harán quedar bien. Sigue, no obstante estas sugerencia para evitar malentendidos o para sacar el mejor partido a tu ofrenda:
Una orquídea morada es un buen detalle para un abogado, psiquiatra o clérigo.
Los tonos azules serán perfectos para transmitir un mensaje de paz y armonía. Una phalaenopsis en tonos azules será perfecta para calmar las aguas después de una tormenta con tu pareja.
Si quieres seducir a una mujer y decirlo abiertamente, no tienes mas que regalar orquídeas rosas.
Un detalle de elegancia será ofrecer un arreglo donde destaque una vara de Cymbidium en tonos verdes, símbolo de lo natural.
Si vas de boda, lo mejor será armarse de orquídeas blancas ya sea en el ramo de la novia, en el pelo de las invitadas o en las solapas de los smokings. Si la cosa dura, puedes celebrar tus 55 años de matrimonio con una “boda de orquídeas”. Éso es lo que hacen algunos.
Ojo con regalar orquídeas amarillas. Dice el manual que su significado mezcla el calor del amor con la picaresca del erotismo.
Y no digamos nada de las de color rojo, símbolo de pasión. Una orquídea roja podría interpretarse como una proposición erótica directa y sin preámbulos. Se puede decir más alto pero no mas claro.
Es un gran artículo, me encanta cuando leo algo bien escrito y bien expresado como este, mis felicitaciones.