Su forma y su apabullante color dorado, como si de una melena rubia se tratara,
adorna los jardines tras el invierno y les da un acento de vainilla y miel.

La acacia Dealbata -a la que nosotros llamamos en castellano mimosa y los aragoneses conocen como alcarzia– proviene de Australia y Tasmania aunque existen muchas más especies alrededor del mundo con colores y formas variadas. Se trata de un árbol de entre 10-12 m de altura, perenne y usado en jardinería como ornamental. Crecen rápidamente pero raramente exceden de los 30 años de edad. En realidad, el nombre de mimosa lo lleva también otro tipo de arbusto caracterizado por el temblor de sus hojas al ser rozadas. De ahí su apelativo: mimosa sensitiva o púdica.

La mimosa aparece como una colección de bolitas doradas que atraen por su brillante colorido tanto como por su particular aroma. Flor de invierno, sus botones amarillos y su afilado ramaje decora nuestros jardines, calles e interiores durante todo el año. Los floristas utilizan a menudo mimosas para la confección de ramos, a los que transmite el tono dorado de sus flores.

Ese tono chic de la Costa Azul.

Las mimosas dan ese color chic a la Costa Azul francesa. La capital internacional de la mimosa está en la ciudad de Mandelieu-La Naupole en la región de los Alpes-Maritimos. Allí cada año se celebra en el mes de febrero una feria y fiesta dedicada a esta planta. Desde esta ciudad salen mas de ocho millones de ramos de mimosas al año que se distribuyen a todo el mundo.

La mimosa -acacia dealbata- llegó a Francia gracias al explorador y científico del siglo XIX James Cook quien la trajo de Australia. El arbusto enseguida se adaptó al clima mediterráneo del sur y pronto los aristócratas europeos empezaron a utilizarla para decorar sus jardines.

Comparada con el sol, la mimosa simboliza la magnificencia, la elegancia la ternura y es el mejor mensaje de amistad.

Las mimosas representan también la energía femenina, por éso, desde 1946 es el emblema del día de la mujer que se celebra el 8 de marzo.

Además de por sus flores, el arbusto de esta acacia se cultiva como fijador de terrenos y por la goma que se obtiene de su tronco y que tiene un alto contenido en taninos. Y no solo éso. Mediante diferentes procesos, de esta planta también se obtienen productos químicos, forraje, productos para uso uso doméstico y medioamibental, además de fibra, alimentos, bebidas, y madera.

Consejos de mantenimiento

Esta planta no se cultiva en la tierra mas que en determinadas zonas del Midi y litoral atlántico francés. En España su cultivo está regulado por un Real Decreto, debido a su potencial colonizador y por constituir una amenaza grave para las especies autóctonas.

No obstante, puedes tener una maceta de mimosas en tu casa o en tu jardín, siempre y cuando le dé el sol al menos, tres horas diarias. Elige una recipiente profundo para plantarlas y colócalo en un lugar resguardado de tu terraza o balcón. Si vas a poner mimosas en el jardín, hazlo cerca de la casa. Así podrás aprovechar su perfume.

Para alargar la duración de sus flores los franceses utilizar una técnica llamada “forçage”, mediante la cual se fuerza la maduración de una planta fuera de su etapa normal de crecimiento. Para ello se colocan los ramos en un lugar cerrado con una temperatura constante de 25ºC y una humedad del 85%. La humedad y el calor facilitan una eclosión rápida de las flores a las que se añade un polvo especial al que llaman “Chrystal”.

El olor de la amistad

Si tienes que ofrecer un detalle de amistad a alguien no dudes utilizar unas ramas de mimosa, solas o en un arreglo floral. Pero si quieres añadir una prueba de tu estilo y de tu manera de entender las amistades, puedes acompañar el ramo con este maravilloso perfume: Le Mimose de Annick Goutal, una edición limitada desde la primavera de este 2011. Es una frangancia centrada en absoluto de mimosa que hará enloquecer a tu mejor amiga.

3 comentarios en “Mimosas: La flor de la amistad”

  1. Blas García Miravet

    Perdonen, por el comentario y mi inexperiencia en este campo, pero cuando me he dado cuenta ya se había comido muchas flores, así como lo tierno de sus hojas. Gracias por su tiempo.

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