Hay muchas formas de “ponerse flores” pero sin duda una de las más poderosas es tatuarlas en la piel. Es el caso, que algunas plantas tienen un significado especial. Entre estos tatuajes florales sobresale una planta bastante común y que nadie diría que incrustada en nuestro cuerpo reclama otras historias y memorias: La hiedra.

La hiedra es símbolo de determinación y crecimiento espiritual y cuando aparece en espiral en torno al tronco de un árbol, representa renacimiento, alegría y regocijo.

Para los antiguos celtas la hiedra simbolizaba fuerza. Su poder es tal que al abrazar con fuerza puede doblegar, e incluso matar, un roble, al que los druidas consideraban el más poderoso de los árboles. Otras culturas paganas, además de la celta, también empleaban hiedra en sus rituales sagrados. Por su parte los romanos utilizaban profusamente esta planta en la celebración de las fiestas invernales llamadas “Saturnalia” donde se representaba al ave sagrada del dios Saturno anidando en una hiedra. Siglos más tarde, el acebo y la hiedra se convirtieron en símbolos inseparables de la Navidad, y sus conexiones con su pasado pagano fueron olvidadas.

Aunque inicialmente la iglesia cristiana rechazó los símbolos de la hiedra, la vid y la parra, al considerarlos paganos, sus artistas los utilizaron profusamente viendo en ella un signo de crecimiento espiritual y resurrección: La ascensión del espíritu a la Divinidad.

Este sentido de vida eterna también atrajo en el siglo XIX a los poetas románticos, sobre todo a los ingleses e irlandeses, quienes solían coronarse con guirnaldas de hiedra o parra e invocar el sentido mágico de la planta. Quizás con la secreta intención de conjurar sus obras para que éstas permaneciesen en el tiempo.

Desde un punto de vista más mundano, la hiedra también augura felicidad y buena suerte. En la época victoriana, se utilizó como símbolo de amor y amistad en el matrimonio. Los amantes fieles se regalaban hiedra. Incluso, hoy en día, las novias la llevan en sus ramos como amuleto de buena suerte y , en algunos casos, de fertilidad.

El halo protector de la hiedra se extiende también a lo doméstico. Si quieres proteger tu vida y tus bienes, nada mejor que dejar crecer la hiedra sobre las paredes de tu casa. Eso en el caso de que todavía tengas casa.


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