Hoy vamos a hablar de una planta que tiene muy buena reputación: el aloe. Bajo esta denominación se catalogan en la actualidad cerca de 340 especies y este numero va creciendo año tras año debido a la hibridación por polinización o por manipulación humana.

De todas estas especies, solo algunas poseen propiedades terapéuticas. El aloe vera (aloe verdadero) es la más conocida y la más utilizada. Su nombre científico es aloe barbadensis. Popularmente, también es conocido como sábila. Tan extendido está el uso de esta planta que ha recibido denominaciones de lo más peregrinas: “Planta de la inmortalidad”, “Planta bíblica”, “Reina de las plantas medicinales” “Matamédicos (Japon)”, “La curadora silenciosa”, “El remedio armónico”.

El aloe vera es una planta originaria de Africa aunque hoy se cultiva principalmente en Sudáfrica, América latina y el Caribe. Se caracteriza por sus hojas muy grandes y carnudas, configuradas en rosetones. En el interior de las hojas hay una savia de la que se extrae el famoso gel de aloe.

En los siglos XVIII y XIX era una de las plantas más prescritas. Hoy en día su utilización está muy extendida, tanto en cosmética como en medicina, en multitud de aplicaciones que van desde las afecciones o cuidados de la piel hasta el estreñimiento.

El gel de la planta (Gel Aloe) se extrae de la parte central de la hoja y es un remedio casero muy popular para pequeños cortes y quemaduras.

En cosmética se utiliza como regenerador celular y cicatrizante. Penetra fácilmente en las tres capas de la pie: la epidermis, la dermis y la hipodermis, expulsando al exterior las bacterias y los depósitos de grasa que taponan los poros de la piel. Sus nutrientes naturales también estimulan la fabricación de nuevas células.

En medicina, se extrae el jugo de las hojas y se cuaja en una sustancia sólida de color oscuro y sabor amargo llamada acíbar, componente esencial de numerosos purgantes. En homeopatía se utilizan la diluciones de acíbar para combatir estados de debilidad de los órganos digestivos y mejora las afecciones intestinales que implican al hígado. Dejamos para otro día el tema del acíbar y prometemos una receta de un tónico sin igual.

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