En Japón el arreglo floral es un arte, y se llama Ikebana. Transmite equilibro y belleza este arte inmemorial, que encuentra su origen remoto en las ideas de Ono-No-Imoko. Este monje budista, en el siglo VI, decidió que era indecorosa la forma en que otros monjes colocaban sus ofrendas florales a Buda y empezó a experimentar. Al comienzo, las flores debían estar dirigidas hacia arriba y nunca hacia abajo.
Aunque en occidente no está muy extendido, debemos saber que no es simplemente una forma de decorar, de poner flores en orden para agradar. Es una disciplina muy antigua con la que se pretende alcanzar una espiritualidad.
La clave para practicar Ikebana es observar atentamente la forma y fases de crecimiento de las flores y otros vegetales, mirar cómo cambian a lo largo del año. La naturaleza se expresa y nosotros podemos aprender a expresarnos de la misma manera. Dar a cada cosa la belleza que merece colocándolo de una forma u otra.
En Ikebana, la naturaleza es el modelo. Pronto, daremos algunas claves prácticas para disfrutar con este arte ancestral.