La primavera, además de flores, nos trae cigüeñas. Estas aves migratorias vuelven de su misterioso destino invernal para recuperar sus viejos nidos en espadañas, tejados y chimeneas.
Dice la leyenda que algunas de estas cigüeñas vendrán cargadas con bebés, y que éstos serán depositados, cuidadosamente, en las casas de padres que les esperan anhelantes. Hoy dedicamos nuestro blog dar la bienvenida a esos pequeñines viajeros.
Las cigüeñas ya eran animales sagrados para griegos y romanos, quienes consideraban un crimen matar a estas aves, a pesar de ser su carne muy apreciada. Pero fue Hans Christian Andersen y sus cuentos, quienes divulgaron por todo el mundo el mito escandinavo de la cigüeña. Quizás, en el origen de la leyenda esté la imagen de estos pájaros imponentes anidando en los tejados, al calor de chimeneas encendidas, especialmente si había un bebé en la casa.
Existe también otra teoría, esta vez de origen medieval, que asegura que las almas de los bebés que aún no habían nacido vivían en los humedales. Al ser estos parajes, sitios frecuentados por cigüeñas, la relación surgió inmediatamente.
Verdad o no, el mito de la cigüeña ha funcionado a lo largo de los tiempos como la excusa perfecta para dejar al margen una educación sexual rigurosa, que estaba muchas veces fuera de las normas morales y religiosas de la época.
El hecho es que hoy los padres ya no cuentan a sus hijos que la cigüeña trae bebes, sino que éstos crecen en la barriga de sus madres. Lo que, dentro de una lógica infantil, ha hecho creer a más de un niño que las mamas se comen a sus bebes para que luego nazcan.
Recíbeles con flores
Sea como fuere, si en estos días tienes que dar la bienvenida a algún pequeñín, venga de donde venga, recíbeles con flores, las primeras de la primavera. Envía un gran cesto de margaritas y, para que no echen de menos a su cigüeña, añade una mochilita donde pueda llevar los primeros trastos necesarios para su nueva aventura.